Rituales para reconectar

Girl sitting on floor and wrote in a notebook

Cambiar la playa por la oficina no parece, a priori, lo más apetecible del mundo. Volver a encajar en la rueda del mundo real cuando las vacaciones de verano han terminado no siempre es fácil y el periodo de adaptación puede durar entre una y tres semanas. Pero mantener una actitud optimista, como siempre, allana el camino. Si ponemos un poco de nuestra parte para visualizar todas esas cosas de nuestra rutina habitual que nos llenan y nos hacen sentir bien, reincorporarnos a ella será mucho más sencillo.

Personalmente, en vacaciones desconecto de tal manera del trabajo y las obligaciones que luego necesito mis pequeños rituales para volver a conectar. Por ejemplo, ordenar las fotos de los viajes estivales en el disco duro e imprimir y enmarcar algunas para que las disfruten los abuelos y los tíos o para colgarlas en el salón de casa me ayuda a sentir gratitud por lo que hemos vivido más que pena o frustración porque se ya se haya acabado.

Otro gesto tan sencillo como coger papel y boli me sirve para ubicarme. Las primeras semanas de septiembre son frenéticas: volvemos al trabajo y los niños al cole, hay que organizar horarios, comidas, armarios… ¡Hay tanto que hacer! Así que sentarme con un cuaderno y el calendario delante y organizar las tareas a un ritmo asumible me libera del estrés. ¡Hay tiempo para todo!

Porque volver a la rutina no puede significar que la diversión se acaba. Ahora, más que nunca, es importante –yo diría que imprescindible– concedernos nuestro propio espacio para llenarlo de actividades de ocio que nos motiven y nos satisfagan: reservar unas horas para volver a caminar y hacer deporte, para reencontrarse con los amigos de la ciudad que hace tiempo que no vemos y ponernos al día en nuestra terraza favorita o para salir de tiendas y darse algún capricho (¡ya me contaréis si la nueva colección de otoño-invierno de Merkal os gusta tanto como a mí!) . Y es que, a poco que os paréis a pensarlo, tener la oportunidad de reincorporarnos al a vida que hemos elegido y construido es toda una suerte, ¿no creéis?

 

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